No es exagerado decir que Venezuela llevó en el pecado la penitencia, pues pagó muy caro el precio de sentirse Campeón sin haber disputado aún el título. Venezuela se olvidó de dejar atrás los 2 triunfos cotra Estados Unidos en este clásico y se ungió como el equipo a vencer. Por ello, la paliza que les dieron los Coreanos más que una sorpresa es fiel reflejo del dicho aquel, que primero hay que caminar antes de correr.
Los Coreanos por su parte jugaron como en todo el clásico, por nota. Más allá de perder o ganar los Asiáticos nunca pierden el estilo y eso habrá que agradecerlo. Garra, velocidad, poder, excelencia, ganas de ganar, espíritu y convicción hacen de este equipo un arduo rival, quizás el que más posibilidades tendría de ganarle a Japón. Cierto es que el rally inicial de 5 carreras fue determinante para el juego, pero no por ello, tendría que desestimarse a un equipo así, pues hay que tener la madurez para defender una ventaja así, en un escenario como el clásico y ante una escuadra como la vino tinto.
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